El Barroco como Estilo Arquitectónico

El Barroco

El barroco es un periodo de la historia cultural de Occidente, que abarca desde 1600 hasta la segunda mitad del siglo XVIII, aproximadamente. Durante esa época se desarrolla un estilo artístico que resulta difícil de definir, dada la diversidad que introdujeron los condicionantes religiosos, sociales y culturales de cada ámbito geográfico donde se desarrolló; los elementos formales empleados por todas las artes son herederos del clásismo renacentista, pero su empleo tiende a ser grandioso y cautivador para los sentidos, ya sea por la complejidad acumulativa y simbólica o por el virtuosismo naturalista de las apariencias.

El Origen del Barroco

Cuando, a finales del siglo XVIII, se empezó a utilizar el término "barroco" (de "barrueco", perla irregular), para referirse al arte inmediatamente anterior, tenía una acepción peyorativa, como algo extravagante e inarmónico.

También se interpretó "lo barroco" como un fenómeno evolutivo inevitable al final de cada ciclo estilístico: considerado así, sería una evolución del renacimiento. Hoy tiende a verse como un complejo mundo cultural que no solo maneja las formas clásicas con criterios y objetivos nuevos, sino que responde a un sistema de vida y pensamiento que posee su propia coherencia.

El Barroco Italiano

El barroco va acompañado de un cambio profundo en las mentalidades, a consecuencias de los avances científicos, como los de Kepler y Galileo, cuyas investigaciones astronómicas entraban en colisión con las verdades reveladas que situaban a la Tierra, y por tanto, al ser Humano, en el centro del universo. También es fruto de reflexiones filosóficas, que ponen de manifiesto la pequeñez del hombre en el Universo.

No obstante, el énfasis en lo experimental, propone Bacon como camino para el conocimiento, o el valor de la razón, que preconiza Descartes, demuestra la riqueza del pensamiento barroco. Este cambio de mentalidad se traduce, en el campo de la arquitectura y de las artes plásticas, en el interés por lo sensorial frente a lo intelectual. Esto supone la aceptación del mundo material y de la naturaleza, aunque se utilice, con mucha frecuencia, con un oculto sentido simbólico.

También implica la consideración de que en la obra artística confluyen varios modos de percepción: se ha hablado de fusión de las artes para referirse a la necesidad de percibir el hecho artístico barroco como una suma de componentes (visuales, espaciales, auditivos, ambientales), que generan una ilusión. Todo ello supone valorar el arte barroco como una expresión sentimental y emotiva, destinada a enviar mensajes que actúan sobre el ánimo del espectador. 

Arquitectura Barroca

La Arquitectura es la principal manifestación del estilo barroco. Se define por su libertad en la utilización del léxico arquitectónico clásico elaborado durante el renacimiento, la fantasía desbordante y el afán de movimiento.

Durante el siglo XVII se culminan las grandes obras iniciadas en el siglo anterior, al mismo tiempo que se llevan a cabo los mejores ejemplos de la arquitectura barroca.

Junto a la planta rectangular aparecen las plantas elípticas, circulares y mixtas. Dominio de la línea curva, elipses, parábolas, hipérboles, cicloides, sinusoides, hélices, sustituyen al perfecto equilibrio del medio punto romano, se emplea arcos y cúpulas con formas variadas, el barroco tiene un carácter escenográfico y monumental.

El ilusionismo del Barroco

La arquitectura barroca está concebida para generar un ilusionismo sensorial que cautive y emocione. Para ello se recurre a distintos procedimientos:

• Los materiales, en los que tiene mucha importancia el color y la textura, con objeto de producir una impresión de enriquecimiento y ostentación; para ello se utilizan mármoles de colores, combinados con metales y elementos dorados.

• El sentimiento rítmico de las fachadas y muros, con efectos dinámicos, logrados por medio de curvas y contracurvas, que buscan la continuidad espacial, con uso de elementos que crean ilusiones ópticas, efectos de luz y sensaciones flotantes de elementos arquitectónicos, como la cúpula, respecto al resto.

• La complejidad del repertorio formal, que supone el empleo del orden gigante, columnas salomónicas y entablamentos curvos.

• La profusión decorativa, que supone el aditamento de motivos vegetales, cortinajes y elementos fingidos sobre los tectónicos, aunque estos mismos cumplen, muchas veces, meras funciones escenográficas.